El ingrediente estrella de cualquier rutina de rostro tiene un compañero imprescindible: el agua termal.
El ácido hialurónico se produce de manera natural en nuestro organismo y tiene como función mantener hidratados y protegidos piel y articulaciones y promueve la regeneración celular. Tiene la capacidad de almacenar hasta mil veces su peso en agua y evitar que ésta se evapore.
Recomendado desde hace años por dermatólogos, incrementar sus niveles en la piel es fundamental para conseguir una piel sana y jugosa. Hidrata en profundidad la dermis, trabaja sobre las arrugas y mejora el tono y elasticidad de la piel, frenando la inevitable pérdida de este componente en nuestro organismo.
Especialmente a partir de los 35 años, la producción natural de ácido hialurónico en nuestro organismo disminuye, por lo que es necesario elevar estas cantidades mediante la combinación de una alimentación rica en proteína animal, antioxidantes, magnesio y zinc y una buena rutina cosmética.
La opción más recomendable es optar por fórmulas en sérum, preferiblemente de alta concentración molecular (superiores al 1%).
Cómo aplicarlo para que sea efectivo
Debido a que la principal característica del ácido hialurónico es la capacidad que tiene para retener el agua y mantener hidratada nuestra piel, lo ideal es aplicarlo sobre la piel ligeramente húmeda, permitiendo que la molécula repose sobre una base acuosa y produzca el efecto deseado, rehidratar los tejidos.
Partiendo de una piel limpia y seca, y después de aplicar tu tónico habitual, vaporiza agua termal en el rostro y a continuación aplica 2-3 gotas de sérum repartidos sobre el rostro, sellando mediante suaves toquecitos en la piel, sin extenderlo ni friccionar.
Nuestros imprescindibles:
Agua termal La Roche- Posay pieles sensibles
H.A Intensifier Skinceuticals